miércoles, 18 de noviembre de 2009

"RENGLÓN DE SILENCIO"


Mi plumín travieso persigue la sonrisa esquiva de un renglón engominado. Parece que no hay manera de llegar a “acuerdos escritos”.
Ambos, plumín y renglón, están preocupados por el poco trabajo que yo les he dado últimamente, pero tienen bien en claro que aún no pueden independizarse de mí.
Una lágrima tibia cae desde el doblez de una hoja algo arrugada, tan tibia que roza mi mano dejándome un escozor que me hace cosquillas.
Miles de silencios recorren amplios espacios sobre las hojas de papel que descansan sobre mi escritorio. Las hojas de papel no saben leer los silencios; los plumines y los renglones tampoco saben, por eso están preocupados .
Es que se han llenado sus oídos de gritos, colores, temblores y pasiones por todo el tiempo de vida que escribí.
¡Pobres! Ahora son “analfabetos del silencio”, tristes y mustios frente a lo “ no escrito”.
¡ Me dan pena! No quiero verlos así.
Mejor tomo la pluma de la sonrisa esquiva y comienzo a garabatear sobre el renglón engominado.